Más de medio siglo de historia avala la trayectoria de Ferrer. La empresa nació en 1964 en Sant Llorenç de Morunys -a los pies del Pirineo de Lleida- de la mano del abuelo Ferrer, Josep Ferrer. Fue un pequeño negocio familiar de recolección y comercialización de trufas frescas, primero, y de setas en conserva, poco después. A mediados de los años 80, y gracias a un crecimiento sostenido y continuado, la empresa trasladó su sede a Santpedor (Barcelona) y abrió una nueva planta de producción en Moraleja (Cáceres). No fue hasta el año 1995 que Ferrer amplió su gama de productos con la producción de salsas y algunas especialidades de conserva vegetal. Desde entonces, la compañía ha incorporado continuamente nuevas referencias y familias de alimentos en su catálogo: cremas, caldos, paellas semielaboradas, etc. Actualmente, la compañía tiene como objetivo innovar para que la cocina tradicional permanezca en la mesa, adaptándose al estilo de vida del consumidor. Más de 50 años después, con la nueva generación Ferrer al mando, el negocio familiar ya es uno de los líderes nacionales en su sector: tres centros de producción, más de 200 referencias y casi un centenar de trabajadores abastecen una demanda que se extiende a decenas de países en todo el mundo. Y todo ello manteniendo su naturaleza familiar y de arraigo en el territorio.