De familia italiana, la olivicultura siempre estuvo en la cabeza de la familia Raspagliesi. Fue en 1997, cuando finalmente logran cumplir con un viejo anhelo familiar y adquieren la finca Don Mario, con el objetivo de producir el más fresco aceite de oliva, en la misma cuna de Los Andes. Ubicada a algunos kilómetros de la Ciudad de San Juan, estas primeras 200 hectáreas de tierra se fueron desarrollando con las más avanzadas técnicas de implantación obteniendo olivares que aún hoy están creciendo y producen aceitunas de excelente calidad. partir de 1997 es Daniel Raspagliesi, hijo de Mario Raspagliesi, quien se encarga del desarrollo inicial de nuestros olivares. Importando tecnología de avanzada en cuanto a irrigación y con la ayuda del reconocido ingeniero agrónomo Juan Bartolomé Sánchez comienza el implante de las primeras parcelas de tierra, seleccionando planta por planta, eligiendo la variedad de cada una de ellas. Ya entrado el siglo XXI, es Guido Raspagliesi quien decide empezar a comercializar los aceites de oliva, que hasta ahora habían sido producidos únicamente para el consumo de la familia, teniendo Francisco y Rafael Raspagliesi, junto con el seniority de Mónica, la responsabilidad del desarrollo comercial de los productos. La misión que la familia persigue es entonces la de proveer al mundo el aceite de oliva de la misma calidad y frescura que ellos consumen.